La guerrilla antifranquista se nutrió de anónimas personas que elevaron su condición de meros ciudadanos a la categoría de héroes. Sin duda. Aun con todas sus circunstancias de mérito y adversidad. No hay santo, sabemos, sin pecado.
Uno de estos personajes es Carlos Blanco Manso “Pepito”, natural de Cendejas de la Torre (Guadalajara), que en 1946 ingresaría en el AGLA desde los señalados sucesos de Losa del Obispo. Su periplo de año y medio en el maquis, así como su no menor, incluso más significativa, militancia durante al guerra civil como voluntario desde los 16 años se auto narran en las páginas de este número.
Para poder hacerlo hemos podido contar con la inestimable ayuda de su hijo Carlos, quien a través de Internet, una herramienta básica en los tiempos modernos, nos ha facilitado sus memorias. Es de agradecer. Y de significar su triple valor: de vida, escritura y resistencia.